1 feb 2012

En las calles de mi memoria vivirá por siempre.


Pocos lo saben —hasta ahora— pero mi afición por la lectura se remonta a mis años pequeños, gracias a que mis señores padres decidieron dejar a mi alcance enciclopedias graficas; atraído por las imagines llamativas, me esforcé en entender y comprender esos garabatos tipográficos alrededor.  Conforme el tiempo y ayuda de mis hermanos pude realizar mi meta.

Durante mi educación la lectura ya no era solamente un placer, sino que se convirtió en una obligación; como bien habrán escuchado ustedes “a la fuerza, ni el agua es buena” y acaso debido a esas mismas imposiciones mis deseos por leer se fueron en una picada vertiginosa.  Para cuando llegue a los grados de básico, mi hastío por la lectura forzada era tal, que todo deseo o intención de leer por pura recreación había desaparecido casi por completo.

Ese casi se lo debo a alguien, alguien que el día de hoy dejo nuestra compañía terrenal quizá para entretener a otros tantos con sus historias y cuentos: por Ud. Héctor Gaitán, por Ud. gran señor de las palabras, pero por sobretodo gran maestro de nuestras imaginaciones, de nuestros miedos y nuestras creencias; por Ud. fue que nunca deje por un lado del todo a la lectura, porque a pesar de que mis maestros consideraron que forzarme a leer varios libros al año, inclusive aquellos que no posaban interés alguno por mi persona, era una buena manera de fomentar el tan olvidado habito; a pesar que en esos años detestaba la lectura, recuerdo que muchas veces en mis tiempos de ocio o durante los ratos de lectura libre, sus libros de “La calle donde tu vives” eran los únicos que traían reminiscencias de esos tiempos en donde la lectura era, para mi, una forma mas de vivir y soñar todo aquello fuera de mi alcance.

"Como me lo contaron te lo cuento…" y tal cual yo se lo creí, gran señor; porque ante mis ojos, sin duda alguna y porque todo cabe dentro de lo posible, una parte de lo quien soy se lo debo a su labor.

Descanse usted en paz.



Escuché mientras escribía: Ulver - [Perdition City: Music to an Inferior Film (2000)] - Lost in Moments
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