5 feb 2012

Dos caminos




Dos caminos; el uno urbano y común, humano durante todo su trayecto hasta ser coronado por un monumento de armonía entre la naturaleza y el hombre.  El otro, un crudo intento en combinar y mezclar lo humano y lo natural, pero que no deja de sentirse forzado; al final, si se desea, se corona por la naturaleza haciendo guardia sobre la muerte.





El andar del primero esta rodeado por constructos meramente humanos: casas, vehículos; asfalto y pared; negocios y trabajo.  Como ápice del trayecto, se encuentra un campo hecho por el hombre, pero con la sensación de ser una labor conjunta: a pesar de las actividades humanas que la rodean, el lugar no pierde ese aire verde y natural tan característico, aquel ambiente que invita a la persona a integrarse y ser uno con la naturaleza o con su mismo ser.

En directo contraste se encuentra el segundo, un camino adornado por arboles durante kilómetros; pero kilómetros donde no se puede evitar sentir que se aprisiona a la naturaleza, se le limita a un trecho donde se fuerza a la misma a vivir y a crecer.  No me malentiendan, los arboles son frondosos, altos y de una enorme majestuosidad, pero todo parece tan fingido.

En este camino, si se desea observar, si se molesta en observar, se nota una lucha constante: la naturaleza que se encuentra copa  a fachada, raíz a cimiento, frente a frente con el decaimiento urbano, aquel fabricado y destruido por el hombre mismo.

En ambos caminos no puede dejarse de pensar que, al final y al cabo, es una muestra de una naturaleza mecanizada, fabricada por el hombre con algún propósito determinado; la diferencia entonces, radica, en la conclusión y resultado de una y la otra: la primera un camino terrenal que nos lleva hacia el edén del hombre, la otra fuerza a la naturaleza hacia nuestra voluntad, culminándolo, si se decide tomar ese camino sobre una de tantas intersecciones, en arboles y ambientes verdes como vigías del descanso humano final.


Ambientado por: Bohren & der Club of Gore - [Black Earth (2002)]

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