28 may 2012

Diario de un ex-adicto (3 de X)

ES MI CULPA, mía y de nadie más.  Nadie me obligo a fumar bajo efectos del estrés y, ahora, cual perro de Pavlov, salivo al recuerdo de un cigarro mientras el estrés me ataca, me llena y me consume.

Una y otra vez me encuentro deseando un cigarro en momentos donde el se puede sentir el estrés en el ambiente y eso se deriva, como lo expliqué, del hecho que cuando fumaba, lo hacia con mucha mayor frecuencia bajo la carga y el yugo de la tensión emocional.  Puedo decir que en estos día el estrés trata de empujarme hacia el 'yo fumador', ese que dejé de ser hace poco más de año y medio.

Me atrevería a decir que lo anterior probablemente es una de las mayores pruebas que he de superar —quizá de forma constante y permanente— en mi nueva vida como no fumador; es difícil, es muy pero muy difícil, pero he logrado mantenerme firme hasta el momento y por qué me lo debo a mi mismo —momento donde se justifica el orgullo como combustible de acción alguna.

En un tema similar, sigo adelante en mi 'entrenamiento' de poder acostumbrarme a sentir olor a cigarro cerca mía y no volverme loco por fumar "tan solo uno"; se que puede sonar masoquista —cuantos de los que me conocen tienen ya esa frase inscrita en su mente al leer esto— pero no puedo creer que yo no sea capaz de estar en un ambiente de tabaco y no ser capaz de resistir la urgencia de pedir uno.  Debo admitir que este fin de semana si mencioné que el ver el cigarro me daba ganas de fumar; de forma amable mi jefe lo removió de mi vista.

Supongo que de alguna manera —probablemente respaldado por algún tipo de lógica retorcida— tengo la intención que un habito forzado ayude a remover otro tanto del mismo rubro; no, no estoy seguro que realmente vaya a funcionar, pero seguro no se me ocurre otra cosa.

Al final escribo esto para compartir lo que tengo en mi mente; no soy tan iluso como para pensar o imaginar que mis textos vayan a impulsar a alguien a dejar de fumar o no tomar el vicio del todo, no.

8 may 2012

Diario de un ex-adicto (2 de X)

La gente, ni siquiera tus amigos, les interesa demasiado saber lo que se siente cada vez que sentís el olor de un cigarro o cuando lo ves.  Y me atrevería a decir que no es por falta de interés —aunque en ciertos casos eso si puede ser cierto— sino porque en realidad no tienen un conocimiento concreto de lo que se siente pasar por ello; el ser humano está conectado de manera que, para mostrar cierto nivel de empatía, debe tener la capacidad de relacionarse de forma concreta con la situación, incluso si eso significa hacer una transposición de casos que, aunque no iguales, tienen cierta similitud.

No los culpo, sin duda alguna que no, el que esté escribiendo esto significa que estoy al tanto de esa limitante en cuanto a su capacidad de entenderme o brindar algún tipo de palabras de aliento —no, no me he olvidado de aquellos que si lo hicieron y, por ello, estoy profundamente agradecido—; el problema radica en cuanto a que, al ser una persona normal, hay ciertos instantes donde vos esperas una demostración de apoyo o simpatía, ambos pueden ser no necesariamente verbales pero sin embargo existir; considero esto como una especie de respuesta automática, que contrario a las instintivas, que se derivan de impulsos naturales programados en nuestra raza humana desde tiempos inmemoriales, las primeras encuentran su origen en la interacción típica a la que nos vemos atados al ser, para ponerlo en términos muy sucintos, animales sociales.

Por otro lado, el dar una medida cuantitativa de la situación en la que te presentas —el tiempo que llevo sin fumar, por ejemplo— crea una unión casi instantánea en cuanto al esfuerzo, no en magnitud de intensidad o compromiso sino en términos relativos al tiempo, al cual has sometido a tu ser con tal de alcanzar un objetivo predeterminado; en otras palabras, es mucho más sencillo que entiendan el "llevo un año y siete meses de no fumar" o decirles "tuve una recaída debido al cigarro y la pasé mal".

Al final esto es algo que, tal cual lo mencioné en la primera entrada de este diario, debo sobrellevar solo; no porque no haya en el mundo quien lo comprenda —si lo hay, muchos diría yo—, sino porque en mis círculos sociales no hay alguien con la debida cercanía o confianza con el que lo pueda compartir y, por sobre todo, que esta persona lo entienda y responda acorde a tus expectativas —cuan altas o bajas estas sean para tu caso en particular.