Algo dentro de mí me ha dicho una y otra vez por las últimas par de semanas que “¡Ese no sos vos!”, que lo que estoy haciendo no se siente bien, que no es mi típica forma de actuar; aun así, lo continúo haciendo.
Una y otra vez he dicho, aconsejado y predicado que NUNCA debe actuarse con el corazón, que nunca debe hacerse o decirse algo cuando la mente no está fría, cuando los sentimientos están a flor de piel y, para variar, esta es otra de esas ocasiones en donde no sigo mis propios consejos.
He tratado de justificar mis acciones una y otra vez, y otra vez y otra vez… tengo todos y cada uno de los argumentos para defender mi postura, lo he repasado en mi cabeza cientos... no, miles de veces pero siempre queda esa sensación de que nada de lo que haga o diga lo hace bien.
Me he dicho que se me forzó, que se me dejo sin opción, que cope todo lo que siempre supe hacer para lidiar con el problema y que, cuando todo fallo, no quede con otra alternativa, pero siempre la hay, yo se que la hay… pero, ¿es esa alternativa viable? Es decir, las alternativas, de existir, allí están, sin embargo mi lógica —mi orgullo, tal vez— me dice que no funcionara, que simplemente pase lo que pase se cruzo un punto del cual no hay retorno fácil, o al menos un retorno por camino corto.
Esa voz interior, eso que me empuja a ser “bonachón” y “buena persona” —todo esto a mi criterio, claro está— sigue insistiendo que debí intentar arreglar el asunto, que debí probar otra vez con todo eso que intente y que, de una u otra forma, fallo. Mi lógica me muestra datos, me muestra experiencias, me muestra relaciones, me muestra interpolaciones, que prueba una y otra vez que no tenia mas salida, que si todo esto sucedió así, fue porque las circunstancias de ambos empujaron a que se diera de esta manera, que si bien la decisión fue unilateral, el camino a ésta fue de dos partes —como bien se ha dicho, el tango es de dos— y que al final, mi decisión, era lo mejor para todos. ¿Con que derecho puedo YO decidir que es mejor para alguien más que mi mismo? No lo sé… como nunca sabré si muchos de los detalles que arman mi marco lógico de decisión tenían alguna base en la realidad — ¿acaso algo en las relaciones humanas tiene base en una lógica realidad? —, pero creo que es el riesgo al que me atengo por esta decisión.
Toda obra tiene su resultado, toda palabra tiene su consecuencia —otra frase muy frecuente en mis consejos— ahora es cuando para compruebe por mi mismo la veracidad de esto… y si es que tengo lo necesario para soportarlo.
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