12 oct 2010

Actuación inteligente: Un pensamiento.

Hoy mientras recibía mi clase de ética, poniendo atención solo por instantes, divagando en pensamientos en nada constructivos pero, tal vez, mucho más interesantes que cualquier cosa que el catedrático se empecinara en instruir halle una oportunidad de reflexión inesperada. En esos momentos de lucidez, note un titulo en particular que llamo mi atención: "Criterios para actuar inteligentemente".  Estos criterios representan pautas a seguir para poseer un actuar inteligente; es importante aclarar que en este contexto la inteligencia no se considera como la típica aplicación de ciencia y técnica, o una capacidad puramente mental, sino como la capacidad para poder distinguir entre la bondad y la maldad y actuar (en el caso particular de la plática de hoy, ayudar) de forma correcta y "eficiente" –me atrevo a usar eficiente en este contexto a falta de una mejor expresión.

En la diapositiva que presentaba, se observaban los tres primeros criterios:
  • Criterio de extensión: Identificar que acción beneficiara (o afectara) al mayor número de individuos.
  • Criterio de incidencia: Específico a actos de justicia hacia el prójimo, cuál de estas tendrá el efecto más profundo, cual será más trascendente.
  • Criterio de proximidad: Evitar el mal y promover el bien de los más próximos.  Establecer prioridades en cuanto a la cercanía para justificar de alguna manera el orden de las acciones.
En este momento me golpeo un pensamiento, algo que me alejo totalmente del foco de la clase, he hizo divagar mi mente hacia un punto particular.  A pesar de, y probablemente debido a, la posible primera impresión que causo en la mayoría, he hecho una especie de misión particular –por exagerado que suene– el ayudar a las personas cercanas a mí.  En su mayoría largas pláticas que incluyen, entre otros, consejos, regaños, consuelos y demás.  En otros casos por medio de acciones (y en otros pocos, omisiones) o simplemente un gesto en el momento adecuado; nunca he tenido la dificultad de ayudar a alguien que aprecio en un momento determinado, toda vez lo vea como algo de beneficio para la otra persona.

Considerando lo anterior, en mi mente el criterio de extensión y el de incidencia parecían estar en orden, sin ningún problema en particular.  Fue al llegar al criterio de proximidad donde entre en shock –nótese el uso liberal de tan dramática expresión–, algo me hizo ver que en el criterio de proximidad falle. Se podría argüir que sí, he ayudado a mis amigos más cercanos, a mi familia (en la medida de lo posible) y a personas de mi aprecio personal antes que ayudar a un desconocido; mi fallo radica en algo todavía más adentro, alguien al que rara vez ayudo, alguien al que, aunque usted no lo crea, he saboteado una y otra vez sin una razón aparente.  ¿Quién es ese alguien?: Yo.

En mi, consciente o inconsciente, empuje por ayudar a los que están cerca de mí, por evitarles el mal o consolarlos después de un encuentro funesto contra él, siempre he dejado algo por un lado –debería decir alguien, y no algo–, ya que de alguna manera justifico que el ayudar a otros tiene mayor precedencia que lidiar con mis propios demonios, demonios que de alguna manera he permitido crecer dentro de mí con un “lo atiendo un instante, permanezca en línea, por favor.”, pero que al final explotan, se liberan y hacen con mi fuero interno lo que han les plazca, todo lo acumulado durante el tiempo que olvide que existe un Yo en todo este asunto.

A pesar de estar consciente de ese pequeño detalle respecto a mi actuar, todavía hallo difícil el justificar ponerme a mí sobre las necesidades y preocupaciones de otros, después de todo nunca he conocido otra forma de actuar; es posible implicar que parte de las razones por las que no veo necesario el cambio es, considerando el criterio de extensión, creo hacer mayor bien al ayudar a otros que el intentar"ayudarme" a mi mismo.

Dicho sea de paso, en realidad este escrito lo hago solo para plasmar mis ideas en algo más tangible y durable que lo que mi memoria pueda proporcionar, por lo que una aseveración tan dura como la anterior podrá parecer, al alguien ajeno a mi persona, como algo exagerado, mas sin embargo esta idea no impidió mi deseo de extender mi debate interno hacia algo mas real, mas visceral.  Si a pesar de todo lo anterior llegaste a este punto, te agradezco la molestia que te has tomado de leer mi monologo, un monologo sobre algo tan espontaneo y aleatorio como este.
Categories: ,

0 comentarios:

Publicar un comentario