20 dic 2011

El fuego y luz


Observen y sientan su alrededor, pues durante las festividades los símbolos circundantes de todo evento se pueden reducir a dos: el fuego y la luz.  Desde la —tan nuestra— celebración de Quema del Diablo, pasando por el olvidado Domingo de Adviento hasta incluir las tradicionales fiestas de Navidad y Año Nuevo.  Velas, candelas, luces de navidad; inciensos, cohetillos, fuegos artificiales; la esencia de nuestros deseos se representan por luminiscencia y calor.

Que la luz ilumine tus caminos futuros

Por eso mismo, el fuego y la luz representan un deseo y acción en nuestras almas y en nuestros corazones, ese deseo que puede representarse a través de la amistad, el amor y la compañía —contrastes dicotómicos de contrapartes como la enemistad, el odio y la soledad—, un deseo que nos empuja a dejar de ser personas y comenzar a ser humanos.
   
Es con esto, entonces, que debemos trasladar este fuego y luz físicos, en deseos y acciones para con nosotros y los demás: iluminemos al mundo a través de nuestro ejemplo, de nuestros valores, de nuestras costumbres; iluminemos al mundo con iniciativas, con buen corazón y con acciones que nos unan mas al que nos rodea y no nos separen del resto.  Brindemos calor a aquellos que nos rodean a través del amor, de la amistad y del cariño; a través de un abrazo, un beso, una sonrisa o, quizá, un simple gesto que recuerde al prójimo que realmente no esta tan solo.

Y que el fuego de la humanidad te acompañe en tu vida

En estas festividades —en el resto del año y en la totalidad de sus días— mi deseo es, de todo corazón, ardiente fuego y fulgurante luz.



¡Felices fiestas y hasta siempre!

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