Observen y sientan su alrededor,
pues durante las festividades los símbolos circundantes de todo evento se
pueden reducir a dos: el fuego y la luz.
Desde la —tan nuestra— celebración de Quema del Diablo, pasando por el
olvidado Domingo de Adviento hasta incluir las tradicionales fiestas de Navidad
y Año Nuevo. Velas, candelas, luces de
navidad; inciensos, cohetillos, fuegos artificiales; la esencia de nuestros
deseos se representan por luminiscencia y calor.
Que la luz ilumine tus caminos futuros |
Es con esto, entonces, que
debemos trasladar este fuego y luz físicos, en deseos y acciones para con
nosotros y los demás: iluminemos al mundo a través de nuestro ejemplo, de
nuestros valores, de nuestras costumbres; iluminemos al mundo con iniciativas,
con buen corazón y con acciones que nos unan mas al que nos rodea y no nos
separen del resto. Brindemos calor a
aquellos que nos rodean a través del amor, de la amistad y del cariño; a través de
un abrazo, un beso, una sonrisa o, quizá, un simple gesto que recuerde al prójimo que realmente no esta tan solo.
Y que el fuego de la humanidad te acompañe en tu vida |
En estas festividades —en el
resto del año y en la totalidad de sus días— mi deseo es, de todo corazón, ardiente fuego y fulgurante luz.
¡Felices fiestas y
hasta siempre!
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